Estrés por calor?
Se considera estrés cualquier condición adversa o influencia tendiente a interrumpir el normal funcionamiento del cuerpo y sus partes, generalmente es adverso al bienestar del animal (BA). Los causantes de estrés primario podrían ser clasificados como de origen ambiental, nutricional, fisiológico, físico o psicológico. Dobson y Smith (2000), indicaron que el proceso de la reproducción es un sistema fisiológico importante para el desarrollo de las especies, ligado al estrés, que Coubrough (1985), lo ha clasificado en dos grupos: estrés ambiental y por manejo. El estrés ambiental incluye a la temperatura del ambiente, al frío y/o frío calor, al viento y a la humedad.
El estrés por manejo incluye a la densidad animal, a los procedimientos de manejo, al flujo de animales, a la interacción entre animales de la misma o diferente especie y la condición social existente, como: angustia psicológica inespecífica, ruido; trauma físico, etc. La combinación de ambos tipos de estrés, actúan como estresantes, lo cual compromete al BA y desempeño reproductivo de los animales en las UPAS.
Por otro lado, Dobson y Smith (1995), mencionaron los siguientes tipos de estrés: físico, que incluye al transporte de animales y al daño físico; psicológico, en el cual se contempla el aislamiento de los animales; fisiológico, en el cual se considera a la hipoglucemia y a los cambios en la presión sanguínea, aspectos todos relacionados con el BA y proceso reproductivo de los mamíferos domésticos en las UPAS. El ganado bovino, es una de las especies más adaptables y poseen mecanismos homeocinéticos para mantener las funciones corporales críticas a expensas de cambios en otras funciones fisiológicas, como la reproducción, de tal manera que la función reproductiva es determinada, en gran medida por el ambiente (Yabuta, 2000).
El mantenimiento constante de la temperatura corporal normal se conoce como homeotermia y es de importancia vital, para el funcionamiento de los tejidos encefálicos. En el bovino, la variación diurna normal en la temperatura corporal debe ser de 0.6 a 1.2°C. Un aumento mayor a 1.2°C es signo de enfermedad o de mala adaptación a la elevación térmica. Este rango de temperatura se conoce como zona de confort, la varía de acuerdo a la especie y a las razas de animales. Cuando los animales tienen a una temperatura corporal inferior o superior a su grado de confort, el ritmo metabólico disminuye o aumenta de lo normal, presentándose un desequilibrio en el bienestar animal. El calor o temperatura corporal, puede ser eliminado mediante los siguientes mecanismos: radiación, conducción, convección y evaporación (Yabuta, 2000). Los diferentes tipos de factores estresantes que existen en el ambiente y que interactúan con los animales en las UPAS, causan efectos importantes, tanto en machos como en hembras, comprometiendo definitivamente al BA.
Cuando se presentan periodos crónicos de estrés, la respuesta es probablemente la adaptación biológica, que son las características morfológicas, fisiológicas, bioquímicas y de comportamiento del animal que fomentan su bienestar y favorecen la supervivencia en ese medio ambiente específico. En la adaptación biológica está incluida la climatización, que es el ajuste fisiológico de un animal a las condiciones climáticas de una zona. Los bovinos al igual que otros animales son homeotermos, es decir, organismos que a pesar de las fluctuaciones en la temperatura ambiental son capaces de mantener relativamente constante la temperatura corporal. Esta capacidad es esencial para una multitud de reacciones bioquímicas y procesos fisioiológicos asociados con el normal metabolismo; incluso, también es de interés para el funcionamiento de los tejidos cerebrales. (Shearer J y Bray D, 1995).
El calor corporal total procede de tres fuentes básicas que son, en orden de importancia, el metabolismo normal, el medio ambiente y la actividad física y productiva. Un rumiante usa el 60-65% de la energía consumida diariamente en la producción de carne o de leche y el 35-40% es convertida en calor. (Yabuta Osorio A K, 2001).
Cuando el animal requiere disipar el calor emplea dos tipos de mecanismos: la transmisión que es responsable del 75% del calor disipado por el bovino utilizando los sistemas de radiación, conducción y convección, y la vaporización que es responsable del restante 25% del calor disipado utilizando los sistemas de transpiración o sudoración y de expiración o jadeo. Los bovinos poseen un sistema de sudoración deficiente frente a otras especies como el hombre y el caballo, en los cuales es muy eficiente. La disipación de calor por la excreción de heces y orina no es relevante (Bonilla A., 1999).
La otra fuente de producción de calor es, como se dijo, la temperatura o calor ambiental. Desde los años 50 los estudios de Brody S. y más tarde en 1983 los de Herman M., en los Estados Unidos, han establecido unos puntos críticos en donde las temperaturas ambientales provocan reacciones fisiológicas de actividad metabólica en los bovinos.
Bien, por la parte nutricional, no es mucho lo que podemos hacer. Siempre se habló de dietas frías, el concepto era utilizar fuentes de rápida fermentación en el rumen para no generar calor endógeno (fermentación) y también contrarrestar la disminución de consumo de materia seca que experimentan las vacas bajo los efectos del calor así concentrando la densidad energética de la dieta poder cubrir los requerimientos del animal. Cuidado: las vacas a medida que el calor aumenta empiezan a jadear y el jadeo se caracteriza por un frecuencia respiratoria baja pero de mayor volumen tidial, que causa alcalosis respiratoria con altas pérdidas de dióxido de carbono; las vacas tratan de compensar esta situación con la eliminación de bicarbonatos a través de la orina.
También hay una disminución del bicarbonato salival a consecuencia del babeo, por lo tanto ese bicarbonato salival en lugar de ir al rumen para contrarrestar los ácidos producidos, se pierde con el excesivo jadeo. Esto trae como consecuencia un rumen con mayor posibilidad de acidosis, por lo tanto aumentar la cantidad de almidones, azucares de rápida degradación en el rumen (dieta fría) para aumentar la densidad energética de la dieta para contrarrestar la caída de consumo de materia seca, puede desembocar con facilidad en una acidosis metabólica, y entonces, en vez de una solución creamos otro problema, por lo tanto se debe considerar el concepto de dieta fría en lo siguiente: no dar forrajes y/o alimentos de baja calidad que llevan mucho tiempo de fermentación en el rumen y por ello un aumento del calor endógeno, pero no se debe de abusar de fuentes de hidratos de carbono de fácil fermentación ruminal porque tenemos un rumen más propenso a acidosis.
El siguiente paso como criterio de selección una vez que tenemos el animal mestizo ideal para la producción, es la selección en base a características fenotípicas o de «Tipo» dentro del patrón de mestizaje, como son:
- Seleccionar animales grandes de elevada amplitud torácica que permite una capacidad respiratoria elevada lo cual va a permitir una elevada evaporación que es el principal método de disipación calórica de los bovinos.
- Seleccionar animales grandes de elevada amplitud abdominal que permite una capacidad ruminal y digestiva mayor, con lo cual se favorece el consumo de grandes cantidades de forrajes toscos, los cuales tienen la característica de generar gran cantidad de calor en su digestión.
- Seleccionar animales pigmentados principalmente, pero de pelaje claro, ya que los animales pigmentados están más protegidos a los rayos ultravioletas dañinos del sol que los no pigmentados. Y los animales de pelaje claro absorben menos radiaciones ultravioletas.
El conclusión el estrés por calor resulta de la incapacidad del organismo para disipar suficiente cantidad de calor corporal y mantener la homeotermia. El calor a eliminar proviene del gasto energético de mantenimiento, la ineficacia de los procesos productivos y los procesos digestivos. La principal vía de eliminación de calor metabólico a altas temperaturas es la evaporación de agua desde el tracto respiratorio y sobre todo desde la piel.
Los factores ambientales que determinan la capacidad de eliminar calor son temperatura, humedad, velocidad del viento y radiación solar, medidos en su conjunto como Temperatura Ambiente Efectiva. La consecuencia directa del estrés por calor es una menor producción de leche. Las medidas a adoptar son básicamente tres: modificación de los alojamientos, adaptación del manejo de la alimentación y cambios en la formulación de las raciones.
Los alojamientos deben proveer suficientes metros cuadrados de sombra, fácil acceso a comederos y abrevaderos y conveniente protección de estos frente al calor (sombras, aislamiento de conducciones, etc.). La instalación de ventiladores y humidificadores puede ser una solución si económicamente se justifica. La ración diaria debe repartirse en varias veces y coincidiendo con las horas más frescas del día. La apetecibilidad puede aumentarse por adición de agua, alimentos acuosos o melazas.
Una vez mejoradas las condiciones de alojamiento y el manejo, los cambios en la formulación de las raciones y suplementos deben centrarse en la provisión de suficiente forraje de alta calidad, aumento de la concentración energética incorporando grasas protegidas, mejorar la calidad de las fuentes de proteína e incrementando el aporte de minerales convenientemente equilibrados. No se debe pasar por alto la provisión de agua potable y fresca.